18.8.11

El teatro en el museo. Nuevas aportaciones en Didáctica del Patrimonio

Helena Minuesa
Museu de Sant Cugat del Vallès


Resumen


Cada vez son más las propuestas formuladas des de instituciones culturales para hacer más accesible y comprensible el patrimonio a la ciudadanía.Estas propuestas, reinventadas constantemente, tienen como objetivo principal la transmisión de conocimiento del objeto – material o inmaterial – a través del juego sensorial y un reclamo más vinculado a las emociones por parte del espectador.

Este artículo pretende explorar y analizar, de entre todas estas propuestas didácticas, el recurso teatral introducido en la interpretación del patrimonio. Un recurso que viene trabajándose ya por parte de distintas instituciones desde principios del siglo XX, y cuyas experiencias principales fueron protagonizadas por museos escandinavos y norteamericanos. Cabe mencionar en este punto la revitalización de Skansen, en Estocolmo, en la propuesta de living history de adaptar el mensaje didáctico a las técnicas teatrales. En este ejemplo, como en otros casos similares, los personajes actúan en el medio rural en el que se encuentran como si la historia se hubiera detenido en el pasado; el visitante entiende su historia envuelto en edificios de más de 150 años gracias a las pautas ofrecidas por los intérpretes y a su vestuario de época.

El presente estudio pretende indagar en los éxitos de una propuesta educativa que ha conseguido ocupar el lugar merecido en los programas educativos de los museos españoles y catalanes actuales. ¿Cuál es la esencia fundamental de esta aventura? ¿Cómo hacer realista la fantasía?

El teatro en el museo

De entre todos los recursos didácticos que uno encuentra en los museos de nuestros días, cabe destacar el creciente interés que las visitas teatralizadas están despertando en los departamentos dedicados a la difusión y a la educación.Entendemos por visitas teatralizadas aquellos itinerarios por el museo, centro de interpretación o yacimiento, dirigidas por actores y actrices, con un guión previamente aprendido. Este guión suele ser estudiado y desarrollado casi íntegramente por expertos en la materia, aunque el efecto dramático o puesta en escena se conceptualice normalmente por la misma compañía de actores y actrices. Las teatralizaciones permiten en efecto dramatizar el discurso narrativo de la visita de manera que el visitante se abstraiga de su entorno cotidiano para entender los contenidos desde la emoción.

Emocionarse para conocer

El objetivo principal de la propuesta que analizamos es el de captar la atención del público mediante la creación de sensaciones, apelando al sentido emocional o más vinculado a las propias vivencias, recuerdos, estímulos personales del espectador.

Gracias a las visitas de esta índole, uno podrá viajar al lejano oeste o al silencio casi palpable de un claustro. Podrá penetrar en las vicisitudes de una manufactura catalana de principios del siglo XX con toda su familia y escuchar el ruido ensordecedor de los telares que antaño escucharon sus antepasados. Y entre este ruido y la palabra del guía/actor recrear un escenario de la época que no parecerá tan distante a nuestra realidad inmediata.

La tarea de sensibilización y educación del público que permite este tipo de actividad se lleva a cabo mediante un revivir la historia en primera persona. Sabemos que lo que visitamos tuvo vida y sentido pleno un día en el pasado, y queremos – gracias a una recreación adecuada – entender los procesos históricos desde la experiencia propia vivencial.

Con todo ello, el visitante entiende que forma parte de un proceso histórico del cual no puede abstraerse. Los actores mienten, sí. El escenario es un decorado que acompaña esta mentira, sí. Pero la historia existe y uno se siente parte implícita de esta, se deja “manejar” por la mentira piadosa que formula el guión escénico.

El proceso histórico es lógico, no es arbitrario, y el uso del patrimonio en la propuesta dramática permite comprenderlo en una totalidad más íntegra. Permite acceder a la historia desde el nosotros y el ellos, como dos nudos del mismo lazo.

Fantasía y realidad

Un aspecto importante a tener en cuenta en el momento de analizar los componentes de este tipo de recurso es el grado de fantasía y realidad que se concede a la narración de los hechos. Hallar la dosis adecuada, el equilibrio entre ambos, permite una mejor comprensión de aquello que se quiere trasmitir. De este modo, no podemos obviar la imperante necesidad de ser rigurosos en la transmisión de contenidos. En tanto que instituciones culturales al servicio de la educación ciudadana, el guión narrativo deberá ser muy preciso en cuanto a su contenido.

No obstante, una buena visita teatralizada sabrá sumergir al visitante en la magia de la fantasía, de manera que el relato histórico quede forjado en la mente de los visitantes. Anécdotas, música, olores, o incluso sabores, pueden contribuir igualmente en la creación de estímulos; y estos, a su vez, permiten una vinculación más estrecha con la estima y la puesta en valor del patrimonio cultural común. Aquel que sea feliz en una visita de este tipo, querrá volver al museo para descubrirlo por si mismo.

La historia como un cuento

Fantasía y realidad son dos piezas óptimamente conjugadas en las visitas teatralizadas con éxito. De antemano, el visitante ya sabe que lo que va a realizar es un ejercicio claro de fantasía. Acepta las normas del juego y se deja llevar en este viaje al pasado o al futuro. Un viaje a una realidad que no es la suya y para el que no necesita de aviones, ni de barcos.

Con todo ello, la fantasía y la imaginación son premisas básicas en los ejercicios museológicos de esta índole, puesto que el visitante que se muestre escéptico desde un inicio difícilmente podrá llegar a disfrutar de la experiencia. La recreación de espacios se lleva a cabo mediante técnicas escenográficas diversas vinculadas al mundo de la exposición: iluminación, uso de atrezzo, música, etc.

El atractivo de la simulación radica en el hecho que los espacios adquieren un significado realista, a pesar que uno comprenda que aquello no es más que una recreación basada en el estudio de la historia. Unos baños romanos, un monasterio del siglo XII, una fábrica de lana,… cualquier espacio museografiado será digno de un itinerario dramático. Es una experiencia distinta, divertida, estimulante. Y, ¿por qué?

Ser otros

Las personas poseen un notable deseo de viajar a otras realidades, a otras épocas, a otros lugares. Más allá, muchas veces quisiéramos ser otras personas para poder sentir de forma distinta a como sentimos nosotros, o simplemente por la inquietud que despierta en nosotros el hecho de no ser yo. Y las experiencias que presentamos son en sí grandes oportunidades para abstraerse de uno mismo y jugar a los disfraces. Cambiar de época, cambiar de historia. Concebir un mundo ajeno mediante la integración de distintos recursos - diálogo, música, olores - que completan la experiencia.

Si queremos podremos viajar a la Edad Media de los castillos y los caballeros mediante una buena recreación de espacios y el deleite de un vino especiado de la época. Si cerramos los ojos y escuchamos el bastón de madera del Abad podremos penetrar en la soledad de un monasterio benedictino del siglo XIII y dejarnos llevar por la magia, como si fuéramos niños.

Apto para todos los públicos

Y así es, la gran ventaja de las recreaciones teatrales en museos y otras instituciones es la posibilidad de ofrecerla a un público intergeneracional: son aptas para toda la familia.Esto suele ser una gran ventaja si tenemos en cuenta que las propuestas educativas de los museos deben adaptarse en su gran mayoría al público objetivo específico al que van dirigidas. En este caso, el guionista debe partir de la idea que el registro utilizado será inteligible y accesible para pequeños y mayores.

A pesar de la gran ventaja que supone esto en cuanto a los recursos depositados por parte del museo, debemos tener en cuenta la dificultad que comporta redactar un guión de estas características: no debe aburrir al público adulto, pero tampoco puede ser demasiado serio, y consecuentemente aburrido para el público infantil.

Para participar del simulacro y dejarse llevar por él, todos deberán aceptar las normas, como apuntábamos antes. El artificio funciona siempre que nos queramos dejar engañar por éste y, en este terreno, indudablemente, los niños nos llevan mucha ventaja. El escenario es el hilo conductor de la narración, y cada uno construye un conocimiento a partir de las propias deducciones y estímulos personales.Mediante el constructivismo, pequeños y mayores trazan su discurso propio, entienden aquello que trasmiten los actores desde su óptica personal, usando recuerdos y conocimientos e implicándose desde una visión subjetiva. Ciertamente, en todas las actividades dirigidas a la interpretación del patrimonio se lleva a cabo un ejercicio constructivista, una creación de conocimiento mediante los pilares que uno posee.

No obstante, son las visitas guiadas teatralizadas las que permiten un mayor margen de imaginación y de estímulos personales.De hecho, la fantasía es sin duda una de las premisas básicas que las caracteriza y sin la cual no sería posible el viaje.El público - infantil y adulto - es más o menos consciente de los recursos utilizados para realizar esta abstracción. Sin embargo, toma la propuesta como un guiño amable y divertido, en el cual se hace necesaria la participación directa del que lo recibe.

El juego de aprender

Las nuevas experiencias que se llevan a cabo en las instituciones culturales para hacer más accesible el patrimonio tienen mucho que ver con el juego. La misma voluntad de simulación de un viaje en el tiempo parte de la idea de la recreación de ambientes, del jugar a “si yo fuera” del creerse el cuento que se nos explica. Con el añadido atractivo que una vez fue realidad, como lo demuestran los monumentos, los objetos de los museos, las runas de los yacimientos. Gracias a este juego uno desarrolla actitudes positivas hacia la historia, así como un posicionamiento de respeto y estima hacia el pasado y sus ancestros.

En esta línea, se están llevando a cabo actualmente a nivel europeo experiencias muy positivas que vinculan la teatralización o dramatización con el patrimonio. Es el caso, por ejemplo, del proyecto conocido como “Patrimonia’m” que llevan a cabo distintos institutos de la ciudad de Barcelona, y el cual se basa en la puesta en escena de un período histórico concreto (el curso 2008 fue la Barcelona romana), con el previo estudio de las características históricas, arquitectónicas, socioculturales de la época.

La escenificación como recurso está siendo utilizada pues en muchos ámbitos de la vida cultural actual. Simplemente porque es una forma sencilla, amena y entendedora de comprender el patrimonio de forma vivencial. Porque es un juego, y permite partir de lo conocido para penetrar en lo desconocido, haciendo sentir cómplice al que participa, haciéndole sentir protagonista de la historia.

La desacralización del patrimonio

El juego de la historia en que se basan las visitas dirigidas por intérpretes permite cuestionar al visitante, interrogarle y hacerle partícipe del simulacro que vive.Los enigmas o los estímulos ofrecidos en esta experiencia integran un sistema de interlocución entre actor/espectador que raras veces se resuelve sin éxito. La comunicación se basa, como ya señalamos, en el uso de registros distintos, evitando siempre un uso aburrido y sistematizado de la repetición de conceptos y recursos dramáticos.

Una vez creada una atmosfera de fantasía ( una distorsión aceptada de la realidad inmediata ), el visitante se introduce en la historia y sus avatares como si de un cuento se tratara. Y es en este punto cuando el patrimonio presentado se convierte en un todo accesible, cercano, amable y conocido por todos. Es cuando uno juega y se comunica con aquello que ve y percibe cuando se produce el entendimiento factible de los hechos. La memoria archiva con mucha más facilidad aquello que nos emociona, aquello con lo que existe una interlocución real: sea mediante el discurso conducido del guía, sea mediante el sentimiento.

La reducción de la esencia academicista del espacio museo viene estimulada por el anhelo educacional de los usos del patrimonio. Y desde el instante en que uno se siente parte del juego que se le propone, involucrándose en las pautas teatrales de la visita, también entiende a respetar y a apreciar aquello que le permite el conocimiento.La voluntad educativa del patrimonio está siendo bastamente estudiada por especialistas en el terreno de la didáctica, puesto que se ha entendido que sólo trabajando desde la acción educativa podremos transmitir conocimiento y emociones positivas dirigidas al respeto y a la estima del legado cultural común.

El patrimonio se convierte efectivamente en algo accesible, en el momento en que uno aprende a interrogarlo y a apreciarlo desde un punto de vista crítico, vinculado a la propia subjetividad. Y como consecuencia se produce un fenómeno de desacralización del espacio museístico, del bien patrimonial en sí. El museo decimonónico como templo de las musas se transforma en un espacio democrático y apto para el juego, apto para todos los públicos.

Apto para sentir.

Referencias bibliográficas
  • ALONSO IBÁÑEZ, M..: El patrimonio histórico. Destino público y valor cultural. Madrid. Cívitas, 1992
  • BALLART, J.: El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso. Barcelona. Ariel Histórico-Patrimonio, 1997
  • SANTACANA, J. (Coord.): Museografía Didáctica. Barcelona. Ariel Patrimonio, 200

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente articulo y en gneral todo el Blog, me encantaria ponerme en contacto con ustedes.
Saludos,
María Angela Botero S.
Directora Revista museosyeducacion.com